- Desde Palma Beach denuncian
la permisividad con el consumo de alcohol y el botellón en la vía pública
- Once restaurantes de primera línea asociados a Palma Beach establecen un código de vestimenta para poner coto al incivismo
- Los empresarios proponen que la Policía cobre al momento las multas por hacer botellón, venta ambulante y otras conductas incívicas
Palma,
14 de junio de 2022.- Desde aproximadamente el día 10 de mayo, el turismo de
borrachera se ha apoderado de la Playa de Palma. Así lo han denunciado hoy Juan
Miguel Ferrer y Pedro Marín, CEO y gerente de Palma Beach respectivamente, en
el transcurso de un almuerzo informativo en el que también han hecho balance
del arranque de la temporada turística 2022.
“Desde
hace unos 35 días la Playa de Palma se ha convertido en lo que antes era por
culta de la fiesta en la calle. Necesitamos apoyo de las autoridades porque ni los
empresarios ni los vecinos lo podemos parar”, ha lamentado Ferrer.
Si bien
ha reconocido que la Policía está haciendo un sobreesfuerzo, “la situación en
la vía pública es ahora peor que en 2017, 2018 y 2019; y ya damos por perdida
la temporada en cuanto al control del incivismo”, ha afirmado el CEO de Palma
Beach.
Los
representantes de Palma Beach, el sello de calidad de negocios de la Playa de
Palma, han destacado que los meses de abril y mayo fueron extremadamente
positivos, con una excelente ocupación y un tipo de visitante de mayor poder
adquisitivo y dispuesto a disfrutar del destino y de su oferta gastronómica,
sus atractivos naturales, la proximidad de Palma, etc.
Sin
embargo, “a partir de 10 de mayo sufrimos la llegada de grandes grupos de
turistas que sólo buscan emborracharse en la vía pública, en primera línea o
incluso en la playa”, afirma Juan Miguel Ferrer.
“Estos turistas
reservan con una semana o 10 días de antelación y suelen alojarse tres o cuatro
noches de media”, lamenta Ferrer, quien denuncia que gastan alrededor de 30 o
40 euros al día, “generalmente en alcohol y latas de cerveza que consumen
haciendo botellón en la calle”. “Llegan a los hoteles sobre las 10 horas y a
las 14 ya no pueden ni caminar, están completamente ebrios e incluso sus
compañeros les dejan solos, tirados en la acera”, explica Ferrer.
Dress code obligatorio
Para
combatir esta lamentable realidad, once locales de restauración de primera línea
de la Playa de Palma asociados a Palma Beach han decidido establecer un código
de vestimenta para permitir el acceso a sus establecimientos. Desde Palma Beach
recuerdan que ya lo había en los hoteles, pero no en la restauración.
“De día
es un poco más laxo, pero de noche es absolutamente inflexible. No se permite
estar sin camiseta, o con disfraces, o con camisetas de fútbol. Tampoco se
tolera llevar productos adquiridos en la venta ambulante, como cadenas de
bisutería o camisetas de otros negocios que promueven el turismo de borrachera.
Todo esto por respeto a los demás clientes, los hemos prohibido”, afirma
tajante Ferrer.
“El
templo de la fiesta es la calle; horas de turistas siguen de fiesta a las
cuatro de la madrugada, a veces con megáfonos que inexplicablemente se siguen
vendiendo libremente”, denuncian desde Palma Beach.
Para
corregir esta situación descontrolada, proponen que las denuncias que interpone
la Policía a los turistas incívicos, se cobren al momento, como sucede en otros
países.
Turismo de excesos
Desde
Palma Beach denuncian que la normativa aprobada en 2020 “no está funcionando;
se controlan los dispensadores de alcohol en los hoteles, pero el problema está
en la vía pública.
Ferrer
y Marín lamentan que la tendencia detectada en abril y principio de mayo se
haya perdido en favor del turismo de borrachera.
El
gerente de Palma Beach, Pedro Marín, ha alertado de que las perspectivas de
ocupación hotelera en Playa de Palma para julio y agosto ronda el 50 %. “Hemos
acabado con ‘todo incluido’ en nuestros establecimientos asociados y con el
overbooking, hemos invertido en calidad, pero la permisividad en la vía pública
sobre todo con el consumo de alcohol, la venta ambulante y el menudeo, hacen
que nuestros esfuerzos caigan en saco roto”, lamenta Marín.